“Para educar a un niño, hace falta una nación entera”
por: Claudia Rivera Hernández
Mientras leemos en las noticias el avance de la contienda electoral rumbo a la eleccion más grande que ha tenido nuestro país por las elecciones concurrentes, no dejo de pensar en todos los posibles escenarios que podrían mejorar el panorama educativo mexicano, sin embargo, las propuestas de nuestros candidatos parecen vacías frente a las carencias que enfrentan las escuelas públicas.
Los programas educativos coinciden año tras año en los mismos contenidos; el numero de docentes es insuficiente para atender las necesidades del país, además de que el resguardo sanitario debido a la pandemia por COVID-19, posicionó a los planteles educativos como víctimas preferidas. Los saqueos incluyeron el robo de equipos de cómputo, , el saqueo de muebles de baño y mobiliario básico escolar como bancas y pizarrones, que desaparecieron de un dia a otro. Los únicos espacios escolares que se salvaron ante esta ola de atracos, fueron las bibliotecas, seguramente porque en el contexto mexicano, los libros no representan ya una necesidad para las nuevas generaciones. Ante este contexto, ningun presupuesto puede alcanzar.
La inflación y el desgaste de la cohesión social también influyen en la salida de los niños y jóvenes del sistema educativo. Las proyecciones, según el INEGI, indican que en promedio el 10% de los estudiantes que se registran en la secundaria, no concluirá el nivel educativo. Para el bachillerato la cifra se agranda y los desertores representan casi el 30%.
Ante esto, no me sorprende que las y los candidatos a puestos de elección popular olviden los espacios que son más cercanos a los niños y jóvenes de nuestro país, me refiero a su entorno íntimo, los maestros, los compañeros de escuela y la familia forman parte de una red de soporte que debería dar confianza y certeza en el desarrollo individual y colectivo.
En ese espacio se reproducen los valores sociales; la importancia de pensar en el otro y no de manera individual; se aprende del ejemplo y se educa en sociedad.
Bien lo dice el viejo proverbio que indica que “para educar a un niño, hace falta un pueblo entero” y ¡cuantá razón hay en este pensamiento! Recuerdo una noticia que en los ultimos años ha sido constante: Una madre al borde de las lágrimas entrevistada por los medios de comunicación, al saber que su pobre hijo ha sido linchado.
Y más que pensar en las consecuencias de un “estado fallido”, pienso en el sentimiento que lleva a esa madre a expresar que su pobre hijo: “solo salió a robar celulares (o cualquier otro ejemplo que usted recuerde) como todos los días”. ¿Dónde estuvo el sistema educativo mexicano para formar en valores y evitar que ese joven, como muchos otros, considere la posibilidad de robar como una actividad lícita?, ¿Dónde estuvo el sistema educativo en la formación de esa madre que una vez fue niña y curso algunos años de educación básica?, ¿Qué nos lleva como pueblo a pensar que el robo es una actividad lícita y no tendrá consecuencias?
No puedo dejar de pensar en que como sociedad estamos fallando en el cuidado de lo más preciado que tiene un pueblo: su futuro.
Considerando lo anterior, no me extraña nada que elijamos como diputados y senadores a personajes con muy baja moral, que argumentan con todo el poder que les otorgan sus investiduras que cualquier actividad ilicita es válida. Más que señalarlos, el sentimiento que me provoca es que como sociedad les hemos fallado… y las generaciones antes de nosotros, también lo hicieron.
Por ello, los tiempos políticos son tan relevantes; estos ciclos abren la oportunidad para señalar lo que como sociedad nos importa, para poner manos a la obra en conjunto. Dejemos de pensar que la clase política es lejana a nuestro día a día. Los servidores públicos y los políticos también tienen familia, viven en sociedad, y realizan las mismas actividades que tú o yo. Cuando el esfuerzo sólo se realiza de un lado, ya puedes anticipar el resultado.