¿Qué le faltó a la oposición?

Punto de vista

Nicolás Dávila Peralta

Tras los conteos distritales de votos, iniciado el miércoles 5 de junio, el triunfo de Claudia Sheinbaum Pardo a la Presidencia de la República es contundente: el PREP había contabilizado 33 millones 226 mil 602 votos a su favor; sin embargo, el resultado de los conteos distritales, le dan a la candidata triunfadora 35 millones 923 mil 996, esto equivale al 59.7596 por ciento de los votos.

A pesar de estos resultados, la oposición pasó de la aceptación de su derrota en los primeros minutos del 3 de junio, al anuncio de la impugnación del proceso electoral argumentando la intromisión del presidente López Obrador en la contienda y la intervención del narcotráfico.

Este anuncio, acompañado de otro desatino más de la excandidata Xóchitl Gálvez al anunciar su retorno al Senado para proponer una ley que castigue al presidente, muestran una oposición incapaz de evaluarse a sí misma y asumir los errores que en seis años la han llevado a una derrota más contundente que la de 2018; una oposición que sigue con el mismo discurso que ya hartó a la ciudadanía y ésta lo demostró en las urnas.

La derrota de la derecha y sus aliados: opinadores y clérigos ultraconservadores, es clara y algunos la aceptan. Sin embargo, esa aceptación está muy lejos de ser autocrítica; unos culpan al gobierno, otros infravaloran al electorado, algunos más ponen de manifiesto su clasismo y hay quienes, perdido todo el rumbo, caen en lo ridículo.

La excandidata X y el líder de su partido Marko Cortés, insisten en que la derrota se debe al presidente López Obrador y no a las torpezas, realizadas una tras otra, de Xóchitl Gálvez, las campañas de insultos en las redes sociales, los mensajes de miedo (viene el comunismo, te quitarán tu casa, cerrarán la Basílica de Guadalupe) y la falta de propuestas.

Los opinadores, esos que se hacen llamar pomposamente “líderes de opinión” o “intelectuales”, han realizado mesas de discusión en donde han presentado al electorado como ignorante o como diría Denise Dresser, “se volvieron a poner las cadenas” de las que ella y los demás opinadores de derecha los habían liberado.

Lejos de una evaluación serena sobre su derrota, la oposición ha transitado del desprecio a quienes votaron por Morena y el clasismo, a identificar como culpable al gobierno.

En cuanto al electorado, en las redes sociales los mensajes califican a los electores de ignorantes, de haber votado “por unos pesos” de los programas sociales; otros más afirman que no le darán propina al “viene, viene” ni al mesero porque votaron por Morena y que ese partido los mantenga. Se olvidan que un alto número de ciudadanos de clase media también votaron por Claudia Sheinbaum.

Otros opinadores reconocen la derrota, pero afirman que la gente no pensó en los efectos de su voto a favor de Morena y sus aliados.

Un caricaturista que se había estacado por su ingenio y su agudeza crítica, hoy sube a X (twitter) este mensaje:

“Cada día, en la medida que termina el conteo de estas, las más grandes elecciones en México, nos sorprende tristemente que la mayoría no comparta las preocupaciones de nuestra burbuja minoritaria. Han normalizado que los extorsionen, asalten, desaparezcan y descuarticen.”

En algo tiene razón: la oposición ha vivido estos seis años en una “burbuja minoritaria”, enfocados únicamente en atacar al gobierno, sus obras prioritarias, el papel del ejército en este sexenio y, lo peor, han atacado vilmente a la esposa y al hijo menor del presidente, mostrando un odio que les impide aportar algo al desarrollo del país.

Algo que maneja la oposición es el Maximato; la idea de que a partir del 1 de octubre López Obrador sea el poder tras la silla presidencial. Así, por ejemplo, Carmen Aristegui afirmó: “Sería una tragedia tremenda que la nueva presidenta fuera una calca de López Obrador”, y la senadora López Rabadán, en la tribuna de la cámara gritó: “¿Qué quiere López Obrador, quiere un Maximato, quiere seguir mandando?”

Otras voces menos radicales han llamado a una reflexión sobre la derrota, a evaluar incluso la alianza. Así Enrique Krause no tuvo empacho en señalar que el PRI y el PAN “son marcas que tienen el repudio de la sociedad mexicana”.

Menos ataques y más propuestas

La oposición tuvo seis años para recomponerse tras la derrota de 2018; pero no lo hizo.

Por un lado, los tres partidos perdedores: PRI, PAN, PRD, no hicieron una evaluación de las causas de su derrota; por el contrario, perdida la brújula quedaron a merced de la extrema derecha empresarial que los usó para sus propios intereses. Así se explica que hayan aceptado la absurda alianza de 2021 que los llevó a la derrota este 2024. Su principal error fue renunciar a sus principios doctrinales, a sus proyectos de nación y doblegarse a intereses ajenos a los que les dieron origen. Hoy, como los dijo Krause, PRI y PAN son repudiados y el PRD ha desaparecido.

Por otra parte, tanto políticos, como opinadores de oposición dedicaron el sexenio a atacar al presidente, obstaculizar las obras principales, como el Tren Maya y el aeropuerto de Santa Lucía, utilizar el Poder Judicial para frenar la transformación del país; pero ni ellos, ni los partidos perdedores se ocuparon de generar un proyecto claro, real, convincente para el electorado.

Así, la campaña presidencial estuvo marcada por ataques al presidente, medias verdades, mentiras, calumnias y una multimillonaria campaña en las redes sociales operada no sólo desde nuestro país, sino desde Estados Unidos, España y Argentina. Fue la campaña del engaño y el 60 por ciento de los electores los rechazaron. Ahora es momento de que todos los sectores que conforman la oposición hagan un análisis serio de los resultados de su actuar en este sexenio y se den cuenta que ser oposición no es atacar, sino trabajar para brindarle a los ciudadanos una propuesta de país que no sea el retorno al neoliberalismo; una propuesta que convenza, que verdaderamente enriquezca la discusión política, que aporte a un mejor país. La oposición es contrapeso del poder cuando además de una visión crítica, tiene una actitud propositiva y eso fue lo que le faltó en estos años.

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