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Punto de Vista

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  • Publishedmayo 20, 2024

Por: Nicolás Dávila Peralta

Clérigos a la derecha

La separación entre el Estado y las iglesias es en México una cuestión histórica que tiene como origen la confrontación de dos proyectos de nación desde el siglo XIX. Los conservadores consideraban que el Estado mexicano debería ser católico, porque la religión era factor de unidad nacional. Los liberales consideraban que era un derecho humano la libertad de creencias y, en consecuencia, el Estado debería ser laico, sin vínculos con religión alguna.

La Constitución de 1917, máxima ley del país, se sustenta en la separación entre el Estado y las iglesias y determina los límites de la participación política de los ministros de culto.

Por esto, resultan reprobables las acciones de algunos clérigos orientadas a inducir a los fieles a votar o no votar por un determinado partido. Esta conducta no es nueva; se ha vivido en varios procesos electorales y busca sembrar en el pueblo creyente el temor, para controlar de este modo el sentido de su voto.

Del comunismo a pro vida

En el tiempo que llevan las precampañas y las campañas electorales, ha habido ejemplos de clérigos que han abiertamente actuado al margen de la ley en busca de inclinar las tendencias electorales en contra de un partido y a favor de otro.

Aquí algunos ejemplos:

Juan Sandoval Íñiguez, cardenal arzobispo emérito de Guadalajara: “Si ganan los que están en el poder, se viene la dictadura, se pierde la libertad, porque es un gobierno comunista, socialista, que esclaviza”.

Alfonso Cortés Contreras, arzobispo de León, Guanajuato: “No podemos apoyar proyectos o programas políticos que amenazan la vida de los seres humanos desde su concepción hasta la muerte natural. Que alteran esencialmente la concepción del matrimonio desprotegiendo la realidad de la familia”.

Ángel Espinosa de los Moteros, sacerdote Legionario de Cristo: “Hay que emitir un voto responsable; nunca habíamos estado tan mal como ahora”.

Un sacerdote de la sierra de Puebla al concluir la misa dominical: “Nos pueden quitar la libertad que viven nuestros niños, nuestros adolescentes”.

José Juan Cruz González, sacerdote de Celaya: “¿Quiénes son los ricos ahora? Son la familia de López (Obrador), el actual presidente satánico. Xóchitl Gálvez está defendiendo la libertad, la verdad y la seguridad, principalmente, porque eso es lo que no tenemos ahorita”.

Estos son sólo algunos ejemplos. Sin embargo, usando la religiosidad popular como arma política, en las redes sociales han aparecido mensajes en donde se afirma que Claudia Sheinbaum cerrará la Basílica de Guadalupe si llega al poder.

Violar la ley para manipular

La conducta de estos clérigos, y otros más cuyas prédicas no son registradas en las redes sociales, constituyen una violación tanto a la Constitución como a la ley electoral.

El artículo 130 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, es muy claro en cuanto a la participación política de los clérigos: no podrán desempeñar cargos públicos, pero tendrán derecho a votar (inciso d); no podrán asociarse con fines políticos ni realizar proselitismo a favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna (inciso e). Además, no podrán celebrarse en los templos reuniones de carácter político.

La Ley General de Instituciones y Procedimientos electorales, señala en su Artículo 442 que los ministros de culto, asociaciones, iglesias o agrupaciones de cualquier religión, son sujetos de responsabilidad por infracciones cometidas a las disposiciones electorales.

Esta ley considera como una infracción “la inducción a la abstención, a votar por un candidato o partido político, o a no hacerlo por cualquiera de ellos, en los lugares destinados al culto, en locales de uso público o en los medios de comunicación.

¿Irresponsabilidad o complicidad?

Lo que se observa en esta conducta es el resurgimiento del sector más conservador de la Iglesia Católica que, de espaldas a la ley, se ha involucrado en el proceso electoral a sabiendas que su poder de convencimiento es relevante para inducir el voto de los fieles a favor de quienes hoy representan la ideología de derecha.

Para esto, acuden a tres argumentos:

1.- El gobierno actual ha llevado al país a la ruina. “Nunca habíamos estado tan mal como ahora”, dijo Espinosa de los Monteros, miembro de la congregación religiosa fundada por el pederasta Marcial Masiel Degollado.

2.- El argumento del aborto y la homosexualidad. No voten por quienes no defienden la vida y la familia, dijo el arzobispo de León.

3.- El anticomunismo. “Es una dictadura comunista”, dijo el cardenal Sandoval; el “presidente satánico”, dijo el clérigo de Celaya antes de llamar a sus feligreses a votar por Xóchitl Gálvez.

Hay, pues, una campaña de carácter religioso en donde se presenta a la 4T y su candidata como abortista, amenaza para la familia y, en el peor de los casos, comunista y hasta satánica.

Este tipo de campañas se han repetido en otros procesos electorales; pero ahora, ha tomado abiertamente una orientación partidista que evoca el papel del clero católico en el siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX.

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