Calles obscuras
Román Sánchez Zamora
El generalísimo Herminio, estaba en su silla de donde podía ver más allá de su rancho.
Me hacia especular, sobre sus pensamientos, qué siente un señor que lo ha visto todo, que lo ha vivido.
-En la maleza de la selva, en la arena de los desiertos, en el frio de las montañas, si te haces muy fuerte, pero ahora disfruto de lo que no podía-.
-Hoy, cama limpia, ropa impecable, muy pocas veces me pongo el uniforme, pero me gusta estar así, y no volví a casarme, porque esa etapa ya la viví y hoy disfruto mi soledad, mis pensamientos-.
-Vendí todo y lo invertí para esta propiedad, algunos fondos los dedique para apoyar a familias, los cuales vienen de vez en cuando a que observe las notas de sus hijos, fue una de las condicionantes, hay ya mas de 4 decenas de licenciados, que los lleve de la mano desde la primaria, algunos me criticaron, los veo a lo lejos y me da un enorme gusto ser parte de sus alegrías-.
-¿De dónde sacan el tema de la acumulación, de las herencias y hacer generaciones conchudas?-.
-Veo a mis colegas, contando sus dineros, casas, carros, sus hijos ya se han ido a hacer sus vidas y siguen felicitándoles la vida, acumulando como si no fueran a morir algún día-.
-Soy más conservador, que muchos, conservo mi intensión de apoyar, de ser feliz, de ver feliz a la gente, mi esposa, iba a los hospitales a darles de comer a los que están en la sala de espera de urgencias, allí siempre hay mucha gente con dolor y esperanza, siempre fuimos enemigos de los grupos supuestamente empresariales que buscan la fotografía y mostrar su generosidad para ser aceptados, hacen daño con una mano y con otra tratan de sanarla-.