Por: Gissela Casillas –
La fortaleza del partido Morena empezó a notarse en San Lázaro durante la madrugada del 3 de septiembre, pues se dio el primer gran paso para lograr un objetivo: la aprobación de la ya polémica propuesta de reforma al poder judicial mexicano.
La mencionada transformación fue propuesta por el presidente de México Andrés Manuel López Obrador el pasado febrero y pasó por las siguientes etapas: proceso de iniciativa de reforma, turno a comisiones y discusión – aprobación por la Cámara de Diputados.
Los siguientes pasos para que esta propuesta se consolide como realidad, contemplan la revisión y aprobación por parte del Senado, la discusión en las legislaturas estatales, la promulgación y difusión en el Diario Oficial de la Federación y para finalizar, la entrada en vigor.
Desde que López Obrador entregó esta iniciativa, ha generado muchas reacciones, pero para ser más específicos, ha forjado inconformidad profunda entre quienes no están de acuerdo en que, entre muchas otras cosas, magistrados y jueces sean elegidos por voto popular y ya no por “dedazo”, como históricamente se ha hecho.
Avanzando imparable y a pesar de las protestas organizadas principalmente por integrantes políticos de la oposición conocidos popularmente como integrantes del “Prian”, es que entre la política de derecha se ha empezado a ver casi de todo.
Presenciamos a diputados de derecha diciendo discrepancias sin fundamento en la Cámara, paros laborales ilegales con la imposibilidad de llegar a acuerdos, protestas en la vía pública donde estudiantes de derecho de la UNAM y de diferentes universidades manifestaron su descontento porque de aprobarse esta reforma, ellos “se quedarán sin trabajo en el futuro”, así como a candidatos opositores y servidores públicos haciéndose pasar por escolares en el mencionado mitin llevado a cabo en pasado fin de semana en Ciudad de México.
Con 359 votos a favor, 135 en contra y cero abstenciones, el músculo de Morena y partidos aliados en San Lázaro eligió a paso firme y tras 12 horas de discusión, se aprobó a la reforma al poder judicial en su primera etapa.
Lo que el primer mandatario mexicano argumenta es que el objetivo principal para esta propuesta es consolidarla a grado constitucional, para que la justicia en nuestro país sea cada vez más responsable, transparente y de fácil acceso para todos, evitando así procesos largos, engorrosos o corruptos entre quienes imparten justicia desde el Poder Judicial.
Algunos otros puntos relevantes en la reforma que propuso López Obrador consideran que los ministros ejerzan cargos por periodos de 12 y no de 15 años, la renovación de ministros, magistrados y jueces, tener promedio mínimo de 8.0 y 9.0 en las materias para los cargos que se postulan, y cinco años de experiencia comprobable en la actividad jurídica.
López Obrador propone cambios que contemplan y escuchan las necesidades de los habitantes de México, pues considera que el Poder Judicial está podrido y no tiene remedio, “al Poder Ejecutivo lo elige el pueblo, a mí me eligieron, al Poder Legislativo lo mismo, se eligen a los diputados y se elige a los senadores. Existen personas enquistadas en el Poder Judicial que están únicamente dedicadas a obstaculizar la transformación de país para sostener el antiguo régimen de corrupción y privilegios”, sostuvo.
México está viviendo tiempos de transformación profunda que hace apenas un sexenio eran impensables. Nuestro país está atravesando por reformas estructurales en su gobernabilidad que, por primera vez, empiezan beneficiar a las marginadas mayorías.
Todo indica que los únicos que temen que la reforma al Poder Judicial se consolide son quienes se quieren seguir beneficiando un sistema corrupto y discriminatorio donde la justicia, es solamente para unos cuantos.