Calles Oscuras
Por: Román Sánchez Zamora –
Cuando Herminio Murió, fue algo que me marcó la vida, me conto muchas historias, muchas que parecían de su invención hasta que veía a la persona o sacaba la prueba de que no era demencia senil.
Se lo llevaron al hospital, de allí ya no regreso al Pueblo, le hicieron varias ceremonias en la capital, pude ir a una, dejo instrucciones para que me llevaran, a esa exactamente fue el primer ministro, varios embajadores.
Sus hijos nunca fueron al rancho después que mi general falleció, solo llegaron unas camionetas con otras personas que les habían comprado el rancho, nunca mas volví a entrar, ni porque ellos ofrecían dos fiestas al año en donde todos podías pasar.
Siempre fue un mentor para mí, me mostro muchas cosas de la vida, en estos pocos meses, que le conocí.
En memoria, en el panteón municipal, pusieron un monumento en su honor, no me explicaba el porqué, hasta que con los años supe que había sido un tipo muy generoso en sus relaciones y más en los problemas inmediatos, se reconstruyó un puente, se inauguró una carretera que parecía imposible de hacer por dos puentes que debía tener y eran muy grandes.
Dejó un fideicomiso, para sus últimos ahijados, con una serie de condiciones para terminar la universidad, un día me llamó su administrador y me platico que tenia en agenda mas de 650 personas que había apoyado con la escuela, no hay duda que era modesto, si ya 50 ahijados me parecían muchos, era mas entregado de lo que yo pensé.
Su administrador me dijo, -te heredó su caballo, pero también el consejo de que lo vendieras, resultaría muy costoso mantenerlo y mas venderlo, solo firma el recibo y el contrato de venta-, no sabia que un caballo podía tener un precio así.