La guerra sucia, la dictadura del PRI

Por: Nicolás Dávila Peralta –

“Los hermanos Adelaido y Leónides Mauricio Arriaga fueron tan severamente torturados que uno de ellos (Léonides), murió cuando lo estaban atendiendo sus familiares, y Adelaido que se salvó de milagro porque se rompió la cuerda con la que lo colgaron, padeció las secuelas de la tortura por el resto de su vida.”

Este relato pareciera ser obra de una dictadura militar anticomunista como las que se impusieron en varios países de Sudamérica en los años 60 del siglo pasado. Sin embargo, este testimonio, forma parte de decenas de testimonios publicados en el libro Noche y neblina: Los vuelos de la muerte. La historia de los campos de concentración en México y los desaparecidos de la guerra en el Siglo XX, donde se da cuenta de la represión ejecutada por los gobiernos de Díaz Ordaz, Echeverría y López Portillo en el país, pero principalmente en la Costa Grande y la Tierra Caliente de Guerrero.

Otros testimonios de la represión orquestada por los gobiernos priistas en el siglo XX se encuentran custodiados en el Archivo General de la Nación y en otras publicaciones de testigos de los hechos o reportajes en donde periodistas han recabado información de esa guerra absurda y sangrienta cuyas acciones más atroces fueron los vuelos de la muerte que consistían en apresar a personas que eran familiares de los guerrilleros de Genaro Vázquez y Lucio Cabañas o personas que tenían los mismos apellidos o se sospechaba que eran simpatizantes o vivían en la zona de conflicto; a los capturados se les torturaba, eran ejecutados extrajudicialmente y sus cadáveres arrojados al mar. Lo peor: algunos eran arrojados aún con vida.

Esta época oscura en la que los gobiernos priistas actuaban virtualmente como una dictadura, ha vuelto a ponerse en la mesa de discusión, gracias a la sentencia dictada por la juez federal Karla María Macías Lovera, titular del juzgado noveno de distrito con sede en Irapuato, Guanajuato, que determinó que en la lucha contra la guerrilla, se aplicó un “terrorismo de Estado”; destaca los “vuelos de la muerte” y ordena a la Fiscalía General de la República que ejercite acción penal en contra de las autoridades civiles y militares responsables de estos hechos.  

La sentencia señala que el gobierno federal realizó acciones de contrainsurgencia y cometió violaciones graves a los derechos humanos en diversas zonas del país, entre ellas la desaparición forzada de cientos de personas, utilizando para ello los llamados “vuelos de la muerte”, desde la Base Aérea Militar de Pie de la Cuesta, en Guerrero. Asimismo, determinó que existen pruebas que acreditan la existencia de responsabilidades, en calidad de perpetradores, del ex presidente Luis Echeverría Álvarez, así como de militares que aún están vivos y participaron en esas acciones, uno de los cuales llegó incluso a ocupar la titularidad de la Defensa Nacional durante el gobierno de Ernesto Zedillo, el general Enrique Cervantes Aguirre.

Casi un siglo sangriento

Es curioso cómo desde 2018, las organizaciones civiles de derecha, así como los partidos aliados en los 24 años de este siglo (PAN-PRI-PRD) han calificado el gobierno de López Obrador como una dictadura y anuncian que la dictadura continuará con Claudia Sheinbaum y meten la cabeza en la tierra para tratar de ignorar esta época dictatorial, sobre todo de Díaz Ordaz y Luis Echeverría, pero que inició en 1952 con una masacre de opositores al triunfo de Adolfo Ruiz Cortínez y su última fechoría fue el secuestro y desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa.

Bien lo dijo en su momento el escritor y político de extrema derecha Mario Vargas Llosa al referirse a los gobiernos priistas: “México vive una dictadura perfecta”.

Los que hablan de la dictadura de López Obrador y de Morena y sus aliados (PT y PVEM) son los que han gozado de total libertad para contradecir, ofender y calumniar, han realizado marchas en la capital del país y otras ciudades si que haya habido un solo acto represivo ni se haya encarcelado a ninguno por sus ideas o sus dichos. Esto no se podía hacer en los gobiernos priistas y panistas.

Aquí algunos ejemplos:

Como era costumbre, el fraude electoral era normal en las elecciones. En 1952, un fraude le dio el triunfo a Adolfo Ruiz Cortínez; los simpatizantes del candidato opositor, el general Enríquez Guzmán, realizaron un mitin en la Alameda Central, en la ciudad de México. La represión tuvo un saldo de 300 a 500 personas muertas y miles de heridos.

Los años 50 fueron testigos, también, de la represión a ferrocarrileros, a profesores y a médicos. Los líderes pasaron varios años en la penitenciaría de Lecumberri. Pero fueron los años 60 y 70 los más sangrientos; el gobierno actuó como una auténtica dictadura.

En 1962, el ejército sacó de su casa al líder campesino Rubén Jaramillo junto con sus tres hijos y su esposa embarazada y los acribillaron cerca de Xochicalco, Morelos.

Después del asalto al cuartel de Ciudad Madera, Chihuahua, en 1965, el gobierno de Díaz Ordaz inició la persecución de jóvenes acusados de comunistas. Rosario Ibarra de Piedra, uno de cuyos hijos fue preso y desaparecido por el gobierno, inició el movimiento “Eureka” que dio cuenta de miles de jóvenes capturados y desaparecidos en los años 60 y 70.

La dictadura priista, con el apoyo de los pocos legisladores panistas de entonces, reprimió el movimiento estudiantil de 1968, cuyos episodios más sangrientos fueron la matanza de Tlatelolco el 2 de octubre de ese año, y su secuela: la matanza del Jueves de Corpus, en 10 de junio de 1971.

En marzo de 1968, el gobierno de Díaz Ordaz dio inicio a la Operación Telaraña, que inició la guerra sucia en el estado de Guerrero. El Ejército tuvo libertad absoluta para capturar a sospechosos, concentrar habitantes de rancherías o pequeños pueblos, torturar, matar y desaparecer personas.

Podríamos continuar con detalle otros atentados contra la vida de los mexicanos; baste señalar los más destacados: masacre de Aguas Blancas (1995), matanza de Acteal (1997), represión de Atenco (2006), desaparición de estudiantes de Ayotzinapa (2014).

Estos actos sí son obra de gobiernos que actuaron como dictaduras, pero de esto los opinadores, políticos y pseudopolíticos de derecha y del PRIAN guardan silencio. Para ellos, la única dictadura es la que les ha permitido toda clase de calumnias y le rspetado su derecho a manifestarse.

PIE DE FOTO:

Rosario Ibarra y miembros de “Eureka”, en una marcha por los jóvenes desaparecidos por la dictadura priista.

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