El escriba, lejano

Calles obscuras

La vista hacia el yo, hacia el que busca ser, sin ser, estar sin ser él mismo y se atormenta.

Román Sánchez Zamora

Sumido en los círculos de la vida que uno a uno se va repitiendo, repartiendo a cada momento, todo se ha quedado sin sabor, sin sentido, los días se han vuelto grises, las voces son ecos de pasados inmediatos, la chispa se ha ido.

No es sólo comprar una bufanda, o un anillo, todo ha quedado sin sentido, la mecanización de los sueños, me despierta temprano, y volver a comenzar al día siguiente, a la semana siguiente, las mismas risas y la promesa de volver al siguiente mes.

La lejanía del disfrute, la cercanía de la bebida insípida y apurar el bocado, para volver al trabajo.

Ha terminado el mes y hay que volver a pagar las deudas, pensar que el próximo estará mejor y pensar que se abrirá una nueva oportunidad, así llevamos algunos años y nada cambia.

La soledad del corazón, me tiene, me envuelve y me hace dormitar unos minutos antes de acostarme, el sublime descuido de los seres ahora es el engaño que mas seduce y pensar que se vive en la anarquía, solo por pensar más allá del mañana.

Reviso mis letras y en nada han cambiado, siguen atrapadas y debo buscar un nuevo estilo, uno que me permita sobre vivir, gritar más allá de las paredes, de un día soleado, de un día que ya no juzgo como día.

El camino parece se ha terminado y no encuentro como interpretar la realidad, como buscar otros caminos que nos permitan ir hacia el ser, porque todo se ha dicho o escrito ya una vez y no hace falta de mas letras que a nadie apetece leer.

Estoy a un lado de la muerte, del vacío, del vicio, del sueño que no cesa y de la palabra que no muere.

El escriba, cansado, sin ánimo, sufre.

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