El escriba, ha partido

Los que se marcharon a fundar nuevos territorios, un día fueron nuestros, un día volveremos.
Calles Obscuras
Por Román Sánchez Zamora –
Tiempo adverso, distancia la mediadora valiosa entre la solución y sobrevivir, las preguntas quizá no encuentren respuesta, pero también el eterno investigador no siempre obtiene soluciones, solo preguntas a su largo pensar y meditar, con ello, él avanza.
Los fantasmas cada vez más insistentes, terroríficos, fuertes, más presentes, en miedo, incertidumbre, ello borra, ahuyenta, aleja, a esa inspiración que mira a la distancia y el escriba cada vez, tiene que ir más lejos para tener su encuentro.
Los fantasmas quedaron congelados, desean territorio, buscan venganza. Por lugares que ellos mismos no desearon caminar, el escriba esperó, vivir sin vivir, luchar con las palabras y los ecos en contra de sus sueños, lo olvidaron, dejaron, abandonaron, dijeron que nada había allí y pronto el agua de las letras brotaron a borbotones, lo único que requería era la combinación de tiempo, paciencia y sueños.
Entre palabras inentendibles, el escriba se pregunta qué hizo mal, qué le hizo tomar esos caminos, el reinventarse y hasta alejarse de lo que sentía suyo y con el tiempo se dio cuenta que nada era suyo, solo era parte de su vida, es más, él es parte de otra vida.
De momentos vuelven los años, y se torna loco de felicidad, vive, le escucha, siente su caminar, gritos, palabras y deseos, en uno de tantos recuerdos, le dice que buscará nuevos caminos lejanos, la sonrisa surge y le grita que la única barrera uno la pone…
El camino comienza y en ese camino uno ya no está, el escriba grita a lo lejos, sueña a lo lejos, se acerca y cuando por fin cree encontrarle, solo le dice que ya tiene otra vida y sueños, que en mis letras allí estaba su anhelo, el escriba es verdugo y condenado, la víbora que se come a ella misma.
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